Los siete pecados capitales del Tri

La selección mexicana va de mal en peor y el “Chepo” de la Torre no encuentra la solución a tanto desatino

Pepe Penales. Los Angeles | 26 de julio de 2013

Otra vez a sufrir, a buscarle explicación a lo que pasó en el estadio de los Vaqueros de Dallas donde México fue eliminado de la Copa Oro por un Panamá con más corazón, con más argumentos en la cancha y con más convencimiento de lo que querían.

Esta vez las declaraciones de José Manuel de la Torre apuntaron al bajo desempeño de los jugadores. “Nos hemos quedado cortos en lo individual y en lo colectivo”, dijo en una entrevista a ESPN después del partido ante los canaleros. ¿Cuáles podrían ser las causas del fracaso del Tri en la Copa Oro y en lo que va de la eliminatoria mundialista? Hay que echarle la culpa a los siete pecados capitales:

Lujuria: Un deseo ardiente de ganar, de acariciar el balón, de romper la red, de gritar el gol. A veces es tanta su ansiedad que se les nubla la mente y terminan mal y de forma prematura lo que les lleva semanas de preparación.

Gula: Se quieren comer a sus rivales como desesperados al punto que terminan por atragantarse. Los que antes eran fácilmente digeribles se han convertido en huesos duros de roer.

Avaricia: Muchos partidos es igual a mucho dinero, pero no se le ha dado seguimiento a los que triunfan en categorías menores.

Pereza: No reaccionan rápido, sus jugadas son muy predecibles, no intentan variantes, les cuesta apretar la marca. Lamentablemente su constitución física los delata ante jugadores más fuertes y veloces.

Ira: La del “Chepo” de la Torre. Siempre está echando fuego y no conecta con sus jugadores. También el aficionado tricolor se pone verde del coraje por la forma de jugar del equipo y por la falta de compromiso de algunos elementos.

Envidia: La que le deben tener a Estados Unidos, que con una selección alternativa no cambia su sistema, uno que les funciona y que les permite ganar sus partidos con autoridad.

Soberbia: Por pensar en la victoria antes de jugar. El tiempo en que los equipos del área eran unos auténticos flanes ya pasó. Hay que salir a la cancha con el acelerador a fondo, dispuestos a sudar y dejar la piel en cada jugada sin importar si se trata de Martinica, Guadalupe o las Islas Caimán. EC

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