Pepe Penales. Los Angeles | 23 de noviembre de 2012
Tiene muerte cerebral. No hay nada que hacer, dicen los médicos. Una máquina mantenía un hilo de vida artificial. Finalmente, sus familiares decidieron desconectarlo. Era hora de decirle adiós al gran ídolo del boxeo.
Héctor “Macho” Camacho dejó su huella en el boxeo. Fue cuatro veces campeón del mundo. Enfrentó a los mejores en sus años de apogeo: Rafael “Bazooka” Limón, José Luis Ramírez, Edwin “Chapo” Rosario, Ray Mancini, Vinny Pazienza, Sugar Ray Leonard, Roberto Durán, Félix “Tito” Trinidad, Julio César Chávez y Oscar de la Hoya. Perdió con los últimos tres pero nunca nadie lo noqueó.
Cuando subía al ring era todo un espectáculo. De personalidad extravagante, el “Macho Time” hacía suyo el evento ataviado como apache, como bombero, como gladiador romano, etc. Tenía un hablar acelerado y algo incoherente, pero un ego y una autoestima por las nubes. Era fácil y dicharachero. Simple y bromista. Un chiste viviente que contagiaba a los que lo rodeaban.
Pero al final de la cartelera el escándalo lo seguía acompañando. El de Bayamón no era ajeno a las situaciones problemáticas: acusaciones de robo, posesión de drogas, maltrato infantil, víctima de un tiroteo. Vivía al filo de la navaja.
Recientemente estuvo en un programa de baile en la televisión. Pero nadie sabe las amistades que tenía cuando las luces se apagaban. Se informó que la otra persona que lo acompañaba en el fatídico ataque de la semana pasada tenía un historial criminal. Y se habla de drogas, específicamente cocaína, que fueron encontradas en el vehículo donde viajaban.
Camacho tuvo su momento de redención. En una entrevista se declaró cristiano. Buscaba la paz y el sosiego que tal vez no había encontrado en el torbellino que había sido su vida. Pero pudo más la calle y las malas compañías. Hoy lo lloran Puerto Rico y el mundo boxístico.
Se fue con tan solo 50 años de edad. Lo espera el Salón de la Fama. Fueron 30 años donde regaló, además de triunfos, alegría, entretenimiento y emoción al deporte de los puños. EC
