«En The Walking Dead, todo está permitido»

Pablo Scarpellini. Los Angeles | 25 de noviembre de 2011
 

Desde la terraza del tejado del hotel Andaz de San Diego no cuesta demasiado imaginarse el mundo. Al menos para los actores de «The Walking Dead», que ya se han acostumbrado a hablar en ruso, japonés, hebreo y mandarín. Su serie, basada en las novelas gráficas de Robert Kirkman, Tony Moore y Charlie Adlard, despegó el año pasado con fuerza y parece haberse convertido en un fenómeno a nivel internacional en su segunda temporada.

 

Lo confirma la maraña de prensa extranjera que rodea a Andrew Lincoln y el resto del reparto, obligados a saludar en distintos idiomas para los espectadores que siguen cada uno de sus movimientos. Por eso, para Lincoln no deja de ser un privilegio el haber llegado hasta donde están, otro británico dominando la programación de la televisión estadounidense.

 

«Es cierto, soy enormemente afortunado», dice el londinense de 38 años con una enorme sonrisa de satisfacción, hijo de una enfermera sudafricana y de un ingeniero civil británico. «Voy a trabajar cada día y puedo hacer distintas escenas que nunca hubiera anticipado. En realidad, todo está permitido en esta serie, desde la acción hasta el más intenso de los dramas y un poco de comedia». Es, según Lincoln, «un ejercicio de interpretación extraordinario para la salud de cualquier actor», una lotería que espera no tener que abandonar ni a corto ni a medio plazo.

 

De momento, confiesa que se han podido sacudir de encima la presión de la primera temporada, la clásica incertidumbre por ser una serie de estreno. «Ahora siento que tenemos más tiempo para poder convivir con estos personajes», asegura. «Además está el hecho de que Frank Darabont y su equipo han hecho un trabajo increíble con el guión, por lo que siento que hemos conseguido encontrar nuestro sitio, aterrizar de alguna manera y hacernos más maduros, explorando diferentes situaciones. No es solo la cuestión lineal de salir de Atlanta, sino sobrevivir a una situación apocalíptica».

 

Lincoln, como el resto del reparto, da pocas pistas sobre lo que vendrá por delante en esta segunda temporada. Quizá por discreción o porque simplemente no lo sabe, como ya suele ser habitual en las series de televisión americanas. Lo único oficial es que Rick Grimes (interpretado por Lincoln) decide abandonar Atlanta en dirección a Fort Benning, aunque no es una huida fácil por la presencia de los zombies en el camino.

 

Pase lo que pase, el objetivo sigue siendo el mismo, «ser el mejor actor posible para que la gente nos siga acompañando», explica motivado. «Creo que yo ejerzo más presión sobre mí mismo que cualquier medio de prensa, porque me importa demasiado la serie». Tampoco hay espacio para el aburrimiento, para la rutina. «Me decía uno de mis compañeros de reparto que no quiere cambiar de personaje y yo me siento igual, fascinado por la naturaleza cambiante del papel. Puedo decir que estoy viviendo los mejores momentos de mi vida. Por mí, que sigan llegando los zombies». EC

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