Sin tanto ruido como otros que siguen a la espera, el veterano defensa mexicano brincó el charco para enfrentar otro reto en el otoño de su carrera
Ni Marco Fabián, ni Raúl Jiménez, ni Alan Pulido. Mucho ruido y pocas nueces. Calladito y con las riendas de su carrera en las manos, el veterano de 35 años Rafa Márquez se les adelantó al fichar por un año, con opción a uno más, con el Hellas Verona de la Liga A del calccio.
A Rafa la vida futbolística lo ha tratado como él trata al balón, con cariño. El mismo jugador reconoció que al menos tres equipos europeos andaban tras sus cansados huesitos, pero dijo que lo convenció el proyecto del cuadro de los mastines.
Rafa no va por dinero, va para darle un cambio a su vida, a la de su familia, por agradecimiento a una institución que valora su trayectoria y que le tiene confianza para ayudar al equipo del norte de Italia a mantenerse en primera. Con León la propuesta fue la misma y ya ven lo que pasó, dos campeonatos en las vitrinas de los del Bajío.
Mientras otros se retiran con menos años, Márquez acepta seguir en activo en una de las mejores ligas del mundo. Lo espera una ciudad encantadora, señorial, histórica, un museo toda ella. Lo espera la gente entusiasmada que le dio una bienvenida tumultuosa en la Plaza Bra. Lo conocen, saben de este mexicano que luego de ganarlo todo con el Barcelona le duró la pila para triunfar con el León y ganarse el gafete de capitán con la selección Mexicana en el pasado Mundial.
Si alguien pensó que Rafa se retiraría jugando en México, estaba en lo cierto. Pero la realidad nos demostró que cuando existe el talento y las ganas de hacer lo que a uno le gusta, de seguir tu pasión, mientras alguien crea en ti, la edad pasa a un segundo plano. Por supuesto, no es un misterio que a Márquez le queda para uno o dos años más de actividad profesional, pero no parece que se prepare para retirarse en completo declive, sino en la cúspide de una carrera que le acaba de dar una recompensa más a este guerrero michoacano. EC
