La final de Champions que nadie se esperaba

Pepe Penales. Los Angeles | 30 de abril de 2012
 

Nadie se lo imaginaba. La final de la Champions le pertenecía a dos equipos españoles, dos monstruos casi imposibles de batir que se volverían a encontrar en el Allianz Arena en una lucha de titanes. Al menos eso era lo presupuestado, pero al final la suerte les volteó la cara y decidió sonreírle a las supuestas víctimas.

 

Hasta allí llegó la aventura del Real Madrid y Barcelona, y el camino se extendía para ingleses y alemanes que, atónitos, se encontraron el boleto con el número premiado.

 

La cita es el 19 de mayo en la propia casa del Bayern Munich, que puede ser considerado favorito no solo por ser el anfitrión sino por demostrar en la cancha un fútbol de altos kilates que desdibujó por completo al poderoso cuadro merengue de la capital ibérica.

 

Los días de descanso le caerán de perlas porque enfrente les espera el Chelsea, un equipo de potencia y presencia física envidiable, pero que no cambiará su esquema conservador ante los germanos. Di Mateo apostará por el contragolpe con Drogba y Mata, teniendo como posible cambio al “Niño” Torres y Kalou, apuntalados con las peligrosas subidas de sus laterales. Así lo hizo ante el Barça donde Ramires se encargó de matar las aspiraciones catalanas.

 

Por otro lado, Bayern saldrá a proponer el partido desde el pitazo inicial. No les queda de otra si quieren conseguir su quinta copa. Están acostumbrados a estas batallas por la supremacía de Europa con ocho finales en su haber, y en el torneo presente, han demostrado no espantarse ni con la cobija del muerto. No será fácil para los germanos, pero con el envión anímico de haber superado a la plantilla más cara del mundo sus posibilidades se acrecientan.

 

Con apenas su segunda final en Champions, Chelsea apelará a la sorpresa arengados desde el banquillo por un técnico que va de salida pero que se quiere llevar, además de la orejona, el jugoso premio de más de un millón de dólares que el magnate Abramóvich le prometió para el solito. Esto se traduce en que The blues meterá el camión en su arco con dos cazagoles a la espera de que pique la presa. Solo un gol tempranero podría cambiar la historia del partido. EC

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