• Revise la llanta de refacción. Los adolescentes suelen conducir autos viejos, y el estado de la llanta de refacción es importante. Hay que asegurarse de que la llanta tenga aire, algo que se olvida con mucha frecuencia. Puede estar totalmente desinflada o en pésimo estado, o quizá ni exista. Si compró un auto viejo, verifique que tenga llanta de refacción y un gato hidráulico.
• Equipo de emergencia. No importa qué tan viejo es el auto, el conductor debe tener un equipo de herramientas de emergencia y un equipo de primeros auxilios. Hay que asegurarse de que el adolescente sepa dónde está el equipo, qué contiene y cómo usarlo.
• Tenga los documentos en orden. Asegúrese de tener todos los documentos de seguro y de registro del vehículo a la mano y vigentes. Es buena idea elaborar una hoja informativa y pegarla en la puerta de la guantera, para que el adolescente sepa a quién llamar, qué decir y qué papeles presentar.
• Déles un teléfono celular. Es importante que el adolescente tenga un teléfono móvil para casos de emergencia. Pero dígale que no lo use mientras maneje.
• Evite las distracciones. Haga énfasis en el peligro de las distracciones. La inexperiencia de los adolescentes puede acarrear resultados fatales. Prohíbales manejar mientras usan el teléfono, comen o beben. Ponga límites en cuanto al número de pasajeros que puede llevar su hijo en el auto.
Antes de que el joven tenga privilegios de manejo, padre e hijo tienen que establecer un contrato para que quede claro a qué responsabilidades está sujeto el conductor, y cuándo tiene permitido usar el auto.
Si aún se siente preocupado, considere una escuela de manejo que enseñe a los conductores acerca del vehículo y cómo manejarlo, así como la forma de evitar accidentes. Para esto, puede preguntar a su agente de seguros, a un club automovilístico o al DMV local.
Como en otros aspectos de la vida, el padre puede dar el ejemplo. Si mantiene su auto en buen estado, y está preparado para desperfectos y percances, es más probable que su hijo haga lo mismo.