Aunque hay otros que sí se pueden controlar como:
Aliméntese bien. El acelerado ritmo de vida “empuja” a consumir alimentos poco saludables. Unos PEQUEÑOS CAMBIOS pueden tener un efecto positivo en la salud. Manos a la obra, ármese de voluntad y
Regrese a sus hábitos tradicionales: 1. Adquiera alimentos con menos grasa saturada (carne, leche entera, huevos, mantequilla), fibra, vegetales y frutas (ingerir al menos cinco porciones al día). 2. Cocine por adelantado y de manera simple asegurando así una comida saludable para su familia.
Manténgase en movimiento
Más del 57% de las mujeres y 50% de los hombres hispanos reportan no hacer ningún tipo de actividad física.
La actividad física puede ser DIVERTIDA (HAPPY FACE) y no se requiere de mucho tiempo. Treinta minutos diarios cinco días a la semana son suficientes y ¡mejor aún! es que puede dividirlos en tres segmentos de 10 minutos cada uno. Camine, use las escaleras o dedique tiempo a los quehaceres del hogar, todo esto lo tendrá en movimiento; además están los deportes, ¡escoja a su medida y gusto!
No más excusas
Generalmente no necesita consultar un médico antes de iniciar un programa de ejercicios que sea lento y razonable. Consúltelo si ha tenido alguna enfermedad crónica, toma medicamentos especiales, es mayor de 40 años o tiene antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares.
Empiece despacio vaya aumentando el tiempo y el esfuerzo.
Tome bastante agua (no sodas) antes y después del ejercicio.
Use calzado y ropa cómoda, que no sean de plástico ni gruesa (no le ayudará a perder grasa, pero sudará demasiado y correrá el riesgo de que le baje la tensión y llegue a desmayarse).