Marissa Bejarano

Adolescente filantrópica

Sus padres siempre le inculcaron la importancia de los estudios, y le solían repetir: “La educación es el logro más importante a alcanzar en tu vida, pues una vez que lo tienes nadie te lo puede arrebatar, y permanece contigo toda la vida”.

A los 16 años comenzó su servicio comunitario, realizando las funciones de “cadet” en el departamento de policía de la ciudad dando información peatonal a los residentes; durante la high school formó parte del programa Team Court, donde, con la supervisión de abogados profesionales resolvía, junto con otros estudiantes, casos reales de la Corte Juvenil.

Una profesional y modelo a imitar

Tras conseguir una beca, Marissa comenzó sus estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de San Diego, durante los cuales comenzó siendo mentora para el grupo MANA de la misma ciudad. MANA es una organización nacional no lucrativa que apoya a mujeres latinas, al brindarles las herramientas necesarias para superarse en los Estados Unidos, aprendiendo liderazgo, educación cívica y servicio comunitario. También cuenta con becas para estudiantes universitarias, pláticas desarrolladas por mujeres profesionales y ferias de salud.

Sin dejar su papel como mentora, Marissa acabó su segunda carrera universitarias en Leyes y hoy en día no solo es una abogada profesional, sino que además dirige un curioso programa nacional de MANA, llamado “Hermanitas”. Este programa va dirigido a jovencitas a las que se les asignan mentoras, esto es, mujeres latinas profesionales o estudiantes que sepan guiarlas y aconsejarlas a la hora de tomar decisiones acerca de sus estudios y de su formación personal. Las niñas de “Hermanitas” son consideradas desde la edad de 12 años, y pueden permanecer en este programa hasta que cumplan los 18 años.

Marissa y sus colaboradores trabajan junto a escuelas locales buscando alumnas que, con un promedio de calificaciones de B o más, y con un gran potencial académico, podrían convertirse en las primeras de su familia en acudir a la universidad, contando con recursos económicos limitados.

Esta joven filantrópica comentó a El Clasificado que se siente satisfecha “pudiendo ser, como abogada profesional, un ejemplo para jóvenes que no cuentan con este tipo de referencia en su familia”. Por otro lado, “es difícil escoger a las niñas, teniendo que descalificar a otras estudiantes que también se lo merecen pero no tenemos cupo para todas”, afirmó.

Marissa piensa seguir siendo mentora y llegar algún día a ser juez para defender la justicia y sus principios.

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