Charlize Theron y Liam Neeson completan el trío protagonista de un filme atípico con muchas risas y un punto de irreverencia
Películas como la que se estrena el próximo viernes ya casi nunca se hacen. Un western, para empezar, que escasean en el Hollywood actual, y más en un tono completamente burlón y satírico, una comedia en manos de un talento como Seth MacFarlane que a buen seguro dará de qué hablar, «A Million Ways to Die in the West».
En esta ocasión, el comediante, actor, productor, director, guionista y cantante se ha atrevido con otro largometraje en el que ejerce de hombre principal en todos los aspectos, como realizador tras las cámaras y como protagonista de una cinta que él mismo se ha encargado de escribir.
El resultado es una comedia al estilo «Airplane» o «Top Secret», películas que causaron furor en los 80 y que se fueron perdiendo con el paso del tiempo. Como dijo el propio MacFarlane al referirse a su película, en una era en la que todo son secuelas, franquicias y películas de superhéroes, resulta de un gran mérito que se puedan sacar largometrajes como este adelante.
MacFarlane tenía en mente desde un principio a actores como Liam Neeson, en el papel del hombre más temido del Oeste, y a Chalize Theron como la rubia imponente que hace de su mujer y que no ve la hora de alejarse de sus matanzas y su séquito de asesinos a sueldo. En ese proceso conoce a un curioso pastor de ovejas, un MacFarlane metido en el papel de Albert Stark, un hombre obsesionado con su ex novia Louise (Amanda Seyfried), y con salir del lejano Oeste lo antes posible.
Theron, que hace de la dócil, sensible pero también temperamental Anna, se encarga de devolverle la confianza a Albert, un personaje que no encaja en absoluto en un mundo de matanzas constantes y e incivilización permanente. Anna le enseña a disparar, a retar a sus enemigos y a ganarse el amor de vuelta de Louise, pareja de un hombre rico y engreído, Foy, interpretado por Neil Patrick Harris. EC