Fue una relación fructífera que duró 9 años, sólo era cuestión de ponerlos a trabajar juntos. Phil Jackson llegó al mando de los Lakers en 1999 con un equipaje lleno de títulos (6) conseguidos con los Toros de Chicago donde tuvo bajo su mando al sensacional Michael Jordan.
Una vez instalado en la costa oeste, el de Montana se metió entre ceja y ceja hacer de los laguneros un equipo triunfador, y no tardó mucho en recoger frutos. Al año siguiente obtuvo el primero de los tres campeonatos que ganaron al hilo sus nuevos pupilos.
Era el nacimiento de una nueva dinastía que se prolongó seis años más consiguiendo llegar a 4 finales más, con dos derrotas y dos triunfos. Pero este año, con todas las millas a cuestas, las lesiones y las expectativas por repetir el tricampeonato terminaron por derrumbar al equipo que tuvo que salir por la puerta de atrás humillado por los Mavericks de Dallas.
Luego de relamerse las heridas de la derrota, los angelinos están ante un nuevo comienzo. Jackson dijo que no va más, que hasta aquí llegó. Los que se quedan tienen tiempo para reagruparse, fortalecerse y emprender un nuevo camino.
Su máxima estrella se queda, Kobe Bryant dijo que quiere regresar con nuevos bríos la siguiente temporada, recomponer su desgastado físico que cargó con dolores y lesiones no tratadas para volver completo.
Hay otros cuyo futuro es incierto con la institución. No se sabe si Gasol, Bynum, Artest y Odom se vuelvan a enfundar la casaca de los Lakers. Si se quedan, también tienen mucho que descargar y volver a oxigenarse.
Se escuchan rumores de los que podrían llegar. Los nombres de Dwight Howard y Chris Paul se escuchan más a menudo, y el puesto de técnico podría ser para Brian Shaw, quien ha estado con el equipo como la mano derecha de Jackson.
Todo tiene un fin, y la era de los Lakers con Phil Jackson se acabó. Veremos si la escuadra encuentra lo necesario para irse labrando un nuevo sendero que los mantenga en los primeros lugares y que, sobre todo, mantenga vivo el espíritu amarillo y púrpura. EC
