Fatigosamente
voy por la pendiente,
sin curar la herida que me abrió el dolor…
Ni descanso nunca, ni apresuro el paso…
porque, al fin, bien pronto llegaré al ocaso,
con la vieja pena de mi viejo amor…
Prematuramente voy
por la pendiente,
con el fardo a cuestas de mi decepción
sin hallar ninguna juvenil terneza
que mitigue un poco la mortal tristeza,
la mortal tristeza de mi corazón…