Lucía Díaz

Un nuevo estilo de vida

Lucía vino a los Estados Unidos en 1976 acompañando a su hermana mayor. “Me vine con ella para ayudarla con sus dos hijos, sólo venía por poco tiempo pero al final me quedé”. Cuenta que fue difícil adaptarse al nuevo estilo de vida porque todo era diferente, desde la música hasta la comida. Cuando decidió quedarse empezó a trabajar en una mansión en Bel Air, donde su jornada de seis días era a veces hasta de 12 horas diarias. Asistía a clases para continuar sus estudios y aprender el nuevo idioma. Luego se casó y vinieron sus hijos, tres en total, los cuales a medida que crecían contaban con el apoyo del Centro Familiar Mar Vista.

Su destino en Mar Vista

Debido a que uno de los requisitos de los padres que tienen sus hijos en Mar Vista es colaborar con la institución, Lucía inició su trabajo de voluntariado. Así empezó a involucrarse cada vez más y notaron la forma como ella se desenvolvía. Al pasar el tiempo le ofrecieron la oportunidad de ser maestra de pre-escolar, razón por la que retomó sus olvidados estudios y se inscribió en UCLA, donde obtuvo su certificado como maestra de pre-escolar. Resalta Lucía que gracias al apoyo que le brindó su esposo ella pudo estudiar y llegar a donde está hoy. Veintiséis años después Lucía es la Presidenta de este centro, que según ella misma comenta le ha dado tanto a ella y a sus hijos.

Durante toda su trayectoria Lucía ha desarrollado junto con todo el equipo de Mar Vista, programas y entrenamiento para jóvenes y adultos. Prestar servicio a la comunidad ha sido realmente satisfactorio para esta mujer, quien siempre aconseja a las personas que no solo piensen en recibir, sino también dar. Actualmente Lucía continúa trabajando arduamente con cada uno de los integrantes de Mar Vista para llevar adelante este proyecto y sobre todo para cumplir el sueño de poder concluir la construcción de un edificio que permitirá brindar servicio a más jóvenes en la zona. Lucía se mantiene conectada con sus raíces mayas enseñando los bailes típicos en el centro, practicando la lengua de sus ancestros con algunos familiares y llevando a sus hijos a los lugares donde habitó la cultura Maya.

Lucía recomienda a los latinos que aprovechen cualquier oportunidad que se presente, y a los padres que se involucren en la educación de sus hijos. “No es la cantidad sino la calidad del tiempo que le damos cuando son pequeños. Por su labor con la comunidad, Lucía recibió la nominación como “Mujer del Año” en una ceremonia celebrada en Sacramento el pasado 5 de marzo del 2006.

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