Un trámite. Algo complicado pero que se puede completar para llegar con etiqueta de campeón a la cita con otros campeones. La meta es Brasil 2013. El motivo, la Copa confederaciones. Un torneo de gala al que se llega por méritos propios después de hacer el trabajo duro.
La aduana para llegar allá está en suelo estadounidense. Allí las selecciones de la Concacaf se alistan para trenzarse en una fiera lucha donde los dos colosos de la zona –México y Estados Unidos–, llevan sus mejores armas.
Será este domingo 5 de junio cuando ruede el balón de la undécima edición de la Copa Oro, con el mismo guión: aztecas y gringos como claros favoritos para aumentar sus trofeos dorados. Hoy, los “locales” de verde llevan la delantera con 5 copas, una más que los anfitriones.
Otro plus es que ambas escuadras llevan al primer equipo. El de los reflectores. El de los legionarios. Los de la experiencia y cuero curtido. Los que valen el boleto.
En el caso del tricolor, el resto tendrá que jugársela con los viejos lobos de mar del sur del continente para disputar la Copa América, con más historia pero con menos dólares.
En esta Copa Oro los verdes debutan con El Salvador el día de arranque en Dallas. Cuatro días después viajan a Charlotte para medirse con Cuba (¿veremos aficionados mexicanos en el estadio? De seguro…). La primera fase la terminan el 12 en Chicago ante Costa Rica. En el papel el único que le puede oponer resistencia es el equipo tico, aunque su mejor elemento parece estar en el banquillo del técnico.
Si les va bien a los aficionados aztecas avecindados en Los Angeles es que, de llegar su equipo a la final, verán a sus ídolos en el Rose Bowl de Pasadena el sábado 25 de junio.
Pero primero hay que ganar el boleto. No hay que subestimar rivales. El mismo equipo de Guadalupe ve el torneo como la Copa del Mundo. En el otro extremo, hay que tener cuidado con los estadounidenses. Les gusta trabajar en serio y también presentan a sus mejores elementos encabezados por Landon Donovan.
Y ahora sí… ¡que ruede el balón! EC
