La cruz de veintinueve pies que está en lo alto del Mt. Soledad en el condado de San Diego que sirve de tributo a los veteranos de guerra está de nuevo en el ojo del huracán
Un asunto espinoso acaba de surgir en San Diego, tanto así que el propio presidente del gobierno de los Estados Unidos ha tenido que intervenir. Los abogados de la administración están luchando en estos días por una cruz de la que creen que para nada es inconstitucional como la etiquetan sus detractores.
El monumento, en lo más alto del monte Soledad fue erigido en 1954, pero ha estado sometido a diversos ataques legales desde hace ya 25 años. Hace ya una década, el Congreso intentó poner fin a las hostilidades haciéndose con la tierra dónde se situaba este símbolo y bautizándola como un nuevo santuario para los veteranos.
La acción fue vetada. El problema: muchos ciudadanos la consideran inconstitucional porque, según argumentan, se trata de una cruz cristiana, algo que otros grupos religiosos no llevan del todo bien. Entre ellos, el Jewish War Veterans –o grupo de veteranos de guerra judíos–, los cuáles han formalizado varias veces sus protestas denunciando este levantamiento.
Lo anterior finalmente dio su fruto el pasado año, cuando el Noveno Circuito aceptó la denuncia y pidió la demolición de la cruz. Algo que todavía no se ha producido, puesto que las protestas ahora llegan por parte de todas aquellas que defienden su significado, más allá de conjeturas religiosas, entre ellos, el partido político mayoritario en el país, con su presidente a la cabeza.
La sentencia pasó, entonces, a una fase de espera, en la que todavía se encuentra. Sin embargo recientemente el abogado defensor de los Estados Unidos, Donald Verrilli, se refirió al tema indicando que “los Estados Unidos permanecen totalmente comprometidos con la conservación de la cruz, ahí donde actualmente se encuentra y con el significado simbólico hacia los veteranos que se le atribuye”. Una vuelta de tuerca más, veremos quién se lleva el gato al agua. EC
