La historia de una madre que inyectaba botox a su hija de ocho años dio la vuelta al mundo. Kerry Campbell hasta se dio el lujo de mostrar en un programa en vivo de televisión la manera en que aplicaba estas inyecciones a la pequeña, lo que generó una oleada de indignación de lo que se consideró una especie de abuso infantil.
La madre alega que fue para que su pequeña ganara un concurso de belleza infantil, pero varias personas que dirigen esta clase de eventos dicen que eso es inaceptable y hasta ridículo.
Las consecuencias van más allá. Especialistas en dermatología concuerdan en que inyectar esta sustancia –un tóxico que se usa para paralizar y relajar los músculos con el fin de eliminar las arrugas alrededor de éstos– es muy peligroso cuando se trata de niños.
Para empezar hay que decir que las inyecciones son dolorosas, eso sin contar con los posibles efectos secundarios que pudieran aparecer en un futuro. Si bien la droga está aprobada por la Administración de Medicinas y Alimentos de los Estados Unidos para fines cosméticos, su uso se especifica para personas de 18 años de edad y mayores.
Por otro lado, la aplicación de este elemento debe ser administrada bajo supervisión médica. Una aplicación incorrecta puede ocasionar problemas de salud incluidos dificultad para respirar y para tragar.
Otra señal de alerta que se originó con este caso fue que la droga en cuestión fue adquirida a través de un proveedor en la internet, algo que muchos expertos opinan que es muy peligroso pues se desconoce la pureza del producto y la concentración exacta usada normalmente para eliminar arrugas.
También existen los daños colaterales en este tipo de casos. Por ejemplo, una niña se sentirá poco aceptada si no recurre o permite esta clase de procedimientos impuestos por la persona que se supondría quiere lo mejor para ella.
Otra consecuencia grave fue lo que le ocurrió a Campbell, a quien le fue retirada la custodia de la pequeña a raíz de las denuncias levantadas en su contra. Esto también afectará la salud emocional de la niña.
Moraleja: los niños no son adultos pequeños y no se puede alterar el proceso natural de su desarrollo sin pagar las consecuencias. EC