¡Bienaventurados!…

Bienaventurados los que nada inquieren,
los que van marchando de su sino en pos,
los que no maldicen las manos que hieren,
los que no preguntan si después que mueren
¡gozarán la dicha de mirar a Dios!…

Bienaventurados los que no han sentido
la pena infinita de un yugo de amor!…
Bienaventurados los que no han querido
salir de su negro palacio de olvido,
porque en él soportan la vida mejor.

¡Bienaventurados los que no han probado
la miel de los labios de alguna mujer!…
Bienaventurados los que no han besado
las bocas ardientes, bajo el emparrado
del jardín de sombras… ¡al anochecer!…

¡Bienaventurados los que no han gemido
al triste recuerdo de un bien que pasó!…
¡Bienaventurados los que no han querido!
¡Bienaventurados!… porque no han sufrido…
porque no han sufrido… ¡lo que sufro yo!…

 

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