«Me molesta la obsesión de Los Angeles por los gimnasios»

 

Probablemente será siempre recordado por su papel del empresario alemán que quiso salvar de la quema a miles de judíos, el inolvidable Oscar Schindler de «La lista de Schindler», la obra maestra de Steven Spileberg. Pero Liam Neeson es mucho más, un actor con repertorio que ha pasado por la comedia británica, los dramas personales de Woody Allen y las epopeyas como «Clash of the Titans». Ultimamente se ha abonado a la acción, pese a que el año que viene cumplirá los 60 años. Al irlandés le va la marcha.

El viernes estrenará «Unknown», una cinta del español Jaume Collet-Serra sobre un hombre que pierde la memoria y le roban la identidad tras un viaje a Berlín. Y aunque en un principio comienza la película como un profesor asistiendo a una conferencia, acaba convertido en una especie de héroe moderno luchando por sobrevivir. Todo ello con dos chicas, la buena y la no tan buena, Diane Kruger y January Jones, y muchos giros a lo Alfred Hitchcock, para mantener la tensión. 

Parece más metido que nunca en estos papeles de acción. ¿Qué le ha hecho dar ese giro últimamente?
Es algo que me apetecía y que pedí hacer. Y eso que pensé que se iba a ir directamente al video, por ser una historia simple. Estoy muy contento con haberla hecho porque me dio la oportunidad de pasar varias semanas en París y al mismo tiempo de tener esa clase de actividad física que me gusta.

¿Cuál cree que fue el factor que la salvó de pasar desapercibida?
Parece que despertó un interés entre las audiencias. Creo que mucho tiene que ver con la crisis financiera, porque el personaje principal es un tipo que no llama a la policía cuando tiene problemas, sino que se toma la ley por su propia mano, y hace dos años la gente quería esa clase de héroe. No es un hombre duro, sino un tipo que normalmente consigue lo que quiere.

¿Quedó satisfecho con el resultado final?

Creo que la película es un buen producto, una vuelta a las cintas de Hitchcock, con giros suficientes como para mantener la tensión entre el espectador, un tremendo conocedor de películas, no necesariamente desde el punto de vista intelectual, sino
de lo que puede pasar.

¿Se ve mucho tiempo como un héroe de acción?
Bueno, pues cumplo 60 el año que viene, así es que… (risas). Después de eso, creo que vendrán las comedias británicas con adolescentes (asegura con humor).

¿Le dedica muchas horas de gimnasio al día?
Todo el mundo pontifica esa cultura del gimnasio. Yo solía vivir aquí en Los Angeles y fue lo que me terminó por echar del lugar. Esas conversaciones sobre cuántas horas había estado éste o aquel en el gimnasio. ¡Por dios santo! Yo hago mi propia rutina, pero tan alejado del gimnasio como puedo. Hago mis cosas, pero no me gusta publicitarlo. Es parte de tu proceso privado. Digamos que es mejor estar en forma para la vida que para un papel determinado.

Entonces, ¿a qué dedica el tiempo libre?
Me gusta leer todo lo que puedo y la pesca con mosca, caminar con mi perro. Cosas muy sencillas.

¿Recuerda haber perdido la memoria alguna vez?
Me pasó en una ocasión. Fue durante mi etapa de boxeador cuando tenía 16 ó 17 años, una pelea que gané, por cierto. Pero después sufrí de una contusión y no entendía lo que me hablaban, ni podía mover mi cuerpo. Duró un par de minutos, pero fue lo suficiente como para dejar de boxear. Y no lo compartí con nadie.

¿Cómo fue la transición de boxeador a actor?
Hice mucho teatro amateur en Belfast y de ahí pasé al teatro nacional de Dublín. Allí me descubrió John Boorman, que estaba haciendo el casting para Excalibur y me colocaron la armadura. EC


 
 
 

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