«Odio pensar que no hay esperanza en política»

Pablo Scarpellini. Los Angeles | 10 de octubre de 2011

 

Es uno de los pocos que puede presumir haber hecho la transición de actor infantil a estrella consolidada tras los difíciles años de la pubertad y la adolescencia. Ahora, con 30 años y una veintena de películas a sus espaldas, Ryan Gosling puede mirar atrás con la tranquilidad del que sabe que la ha hecho redonda.
 

Y además, anda en racha, con tres estrenos en 2011 y otros dos títulos —al menos— previstos para 2012 y 2013.  Por eso, pide perdón al entrar en la sala donde le aguardan varios periodistas extranjeros, acostumbrados a verle últimamente de promoción en promoción. «No se preocupen que en breve me tomaré un descanso», dice con una sonrisa socarrona antes de arreglarse el cuello de la chaqueta y empezar a aceptar preguntas.
 

La mayoría versan sobre un tema espinoso, la política, derivado del tema de su próxima cinta, «The Ides of March», una historia de candidatos demócratas, luchas de poder, traición y escándalos, tan comunes estos días en el mundo de los estadistas. Todo bajo la dirección de George Clooney, protagonista además del cartel junto a Gosling, Paul Giamatti, Marisa Tomei y Evan Rachel Wood.
 

¿Sigue siendo tan cínico en cuestiones políticas como antes de hacer esta película?
No soy más cínico sino más informado. Antes no lo estaba lo suficiente. Sólo sabía lo que había leído.
 

¿No le preocupa que los jóvenes salgan de esta cinta con la sensación de que no hay esperanza?
Odio pensar que no hay esperanza. En cada historia de un político siempre hay un crack, y en este caso, el dilema del protagonista —un gobernador y candidato a la presidencia de los Estados Unidos— es uno real, porque quiere ser efectivo y sólo lo puede hacer si llega a la Casa Blanca pasando por encima de cualquier cosa. En política es muy difícil separar la cabeza del corazón, ese es el verdadero reto.
 

En la película, a usted le ofrecen la posibilidad de hacer un trabajo  menos atractivo a cambio de más dinero. ¿Ha hecho muchas películas en su carrera sólo por la cuestión financiera?
Supongo que sí. Cuando era un niño sólo actuaba por el dinero. No me interesaba la interpretación hasta los 18 o los 19 años, cuando, en un momento dado, mi madre me dijo que había trabajado suficiente por dinero y que no lo hiciera más. E intenté aceptar su consejo.
 

¿Cómo hizo con la transición de actor desde niño a su rol actual?
Fue bueno para mí empezar de pequeño, aunque te convierte en un rarito. Pero es un buen entrenamiento. Es difícil pasar esa transición de niño a adulto, porque cambian muchas cosas y sobretodo es difícil cambiar la percepción de la gente. Creo que si no hubiera conseguido el papel «The Believer» y Henry Bean no estuviera loco y me hubiera contratado por ser el peor, nunca hubiera llegado a donde estoy. Así es cómo se cumplió mi sueño.
 

¿Qué le pareció eso de trabajar con un actor-director?
Nunca lo había hecho antes, así que no podría decirle, pero creo que no hay nadie como él, así que no me imagino ninguna experiencia similar. Es realmente único. Hace muchas cosas y su nivel de actividad es frenético. EC

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