X-Men, otra mirada a los orígenes

La atención de la taquilla este viernes estará puesta en la siguiente película de X-Men, una franquicia que ha calado hondo entre el público juvenil y que se presenta en su quinta entrega con nuevas caras y nuevo giro en las aventuras del cómic de Marvel. Es la continuación de la precuela que arrasó en los cines americanos en 2009 y que ahora no contará con Wolverine —interpretado por Hugh Jackman— entre los personajes.

Pese a todo, los expertos no dudan de que con alicientes como James McAvoy, Michael Fassbender, Kevin Bacon y January Jones el dinero seguirá corriendo a buen ritmo, después del éxito de una serie que empezó en el año 2000, después de que la 20th Century Fox se hiciera con los derechos de las célebres tiras cómicas en 1994.

Desde entonces, han facturado 1,536 millones de dólares en todo el mundo con cuatro películas. En la quinta, «X-Men: First Class», la serie volverá a recorrer los orígenes bajo la batuta de Matthew Vaughn, director de «Kick Ass».

En esta entrega, McAvoy se mete en el papel del joven Charles Xavier, y Michael Fassbender interpreta a Erik Lehnsherr, que al final se convierte en Magneto. Se trata de un precuela enfocada en los años de formación de Xavier y Magneto, dos grandes amigos que acaban enfrentados como parte de su distinta manera de entender la relación entre los humanos y los mutantes.

Los villanos de la película forman parte del llamado Hellfire Club, con Kevin Bacon como Sebastian Shaw y January Jones en el papel de Emma Frost. La escena trasncurre en los años de Oxford para los jóvenes líderes.

Es un giro más de una saga que para Vaughnn no tiene límite. «Podríamos hacer cientos de secuelas», dijo el realizador. «Lo divertido es que ahora se puede echar un vistazo a la acción de los 60, los 70 y los 80».

De todas formas, asegura que nada está garantizado para el futuro de la franquicia. «Todavía lo estamos discutiendo», señaló el director. En cuanto a la esencia de los personajes con respecto al cómic, algunos como Bacon sostienen que se ha mantenido, «aunque físicamente no tengo nada que ver con los dibujos. Shaw es muy complejo y su historia es fascinante. También es un manipulador. Además, puede cambiar su personalidad en función de con quién está tratando».

Bacon y compañía aportarán otra dosis de la que ya parece una franquicia interminable y con unos cuantos millones de dólares a la vista. EC

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