José Solé sueña con darle más vida al teatro

A lo largo de su trayectoria ha recibido múltiples premios, desde la Medalla Bellas Artes hasta el Pilar del Teatro de INBA. Y siempre los recibe con esa misma actitud confundida en la que el agradecimiento se mezcla con la idea de que no merece tanto reconocimiento.

Incluso alguna vez impidió que le cambiaran el nombre al Teatro del Pueblo al que querían llamar “Teatro José Solé”. “Quizá no me guste del todo que le cambien de nombre a los teatros, pero también creo que sea un poco de pudor frente a los homenajes”, declaró a El Universal en 1999 justo cuando no pudo evitar que un teatro del ISSSTE en Tlalpan se llamara “Foro José Solé”.

Otro rasgo característico del director es el sentido del humor. Cada vez que alguien le recuerda que hay un foro con su nombre, él responde: “En mi fuero interno digo ¡Caray! qué lástima que no es Bellas Artes”.

José Solé comenzó su carrera de director cuando iba en la secundaria y formó una compañía en la que el primer actor era Carlos Ancira. Aún antes, cuando iba en la primaria, su destino había sido, literalmente, echado a la suerte por cortesía de su padre. Solé quería 800 pesos para comprar títeres nuevos (su juguete favorito), pero su progenitor —que alguna vez lo llevó ante un juez familiar para obligarlo a seguir estudiando— le dio dos pesos y le dijo: “Cómprate un boleto de lotería y cuando ganes el premio mayor, te compras tus títeres”.

Cuando José Solé ingresó a la escuela de teatro de Bellas Artes le tocó vivir la época dorada: los clásicos eran puestos en el Palacio de Bellas Artes, mientras Benito Coquet impulsaba la construcción de la red de teatros del IMSS.

Quienes lo conocieron en esa época aseguran que era un joven impulsivo, rebelde, inconforme. Él mismo lo acepta y lo narra en su libro biográfico “Teatro de autor”, escrito a partir de 80 horas de entrevista realizadas por el investigador Edgar Céballos. Solé se define como un “joven dramático” al que no le gustaba nada de lo que se montaba. Sobre todo criticaba mucho las versiones de los clásicos griegos por la falta de rigor histórico y escénico.

Hasta un día, Benito Coquet dijo: “Denle una obra importante a Solé que siempre está criticando”. Entonces le dieron “Las troyanas”. Y le pasó lo que incluso actualmente le sucede: una vez que tiene la obra, se pone nervioso. “Al principio lo rechacé, pero me permitieron escoger, así que llamé a Ofelia Guilmain y Carmen Montejo, entre otras. La puesta fue un éxito y de ahí siempre me llamaron para hacer teatro griego. Hice todo”.

Pero no sólo de clásicos se alimenta José Solé, nacido en la ciudad de México en 1929 y quien está más allá del bien que del mal, muy lejos de los estereotipos que encasillan el teatro en las categorías de obras comerciales y culturales. Fue director fundador de la Compañía Nacional de Teatro en los 70, pero también se mueve con eficiencia en la dirección de comedias ligeras como “Taxi”, con Adrián Uribe, o “Yo loco, loco” con Andrés García.

En todo caso, para entender la trayectoria de José Solé basta conocer su idea sobre el teatro: “Mi sueño sería darle más vida al teatro, dar paso a los textos de los grandes escritores y nuevos autores que no se han llevado a escena. Mi sueño sería poner más obras de Shakespeare, desde luego”.

Esto lo comentó durante la develación de placa por las 100 representaciones de la obra “Sueño de una noche de verano”, de William Shakespeare.

En 2008 dirigió “Doce hombres en pugna”, en la que una lista de actores del teatro y la televisión ha hecho una temporada histórica con llenos totales casi cada fin de semana en el Helénico.

Y ahora Solé está en España para dirigir a la Compañía Nacional de Teatro en una obra sobre Sor Juan Inés de la Cruz.

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