Apoyados por una sólida actuación del MVP del partido, Aaron Rodgers, los Empacadores de Green Bay pasaron algunos problemas pero al final se impusieron 31-25 a los Acereros de Pittsburgh, que por su parte vieron como se les iba de las manos lo que hubiera sido su séptimo campeonato.
En un juego muy disputado en la línea de golpeo, los resultados no se hicieron esperar al ver desfilar hacia los vestidores a varios jugadores para recibir atención médica que hizo que algunos ya no regresaran al partido, como el veterano esquinero de los queseros, Charles Woodson que tuvo fractura de clavícula.
Pero en el duelo de defensivas, fue la de Green Bay la que puso condiciones, presionando en todo momento al grandote Ben Roethlisberger, quien además jugó con un pie lastimado.
La poca movilidad del “Big Ben” y la fiereza de los linieros defensivos hicieron que buscara deshacerse del ovoide lo más rápido posible, y lo único que consiguió fue cosechar dos costosas intercepciones que provocaron puntos en contra.
Del otro lado se pudo ver a un Rodgers tranquilo y con temple de acero que conectaba con sus cuatro opciones de pase de acuerdo a su conveniencia, ganando yardas y buena posición de terreno. Al final, el de Chico, California obtuvo 304 yardas por aire con tres pases de anotación, ganando por mérito propio el premio al jugador más valioso.
Esta vez la ofensiva negro y oro no pudo hacer una remontada épica; en cambio se vieron sometidos por una implacable defensa de los de la bahía, que por su parte le dejaba el plato servido a Rodgers y compañía.
De esta forma se escribió la historia del partido, con un mariscal que se está forjando su propia leyenda lejos de la sombra de Brett Favre. Este domingo quedó demostrado que Rodgers sí puede con el paquete.
Todos en Green Bay estarán felices, ya que su equipo –con el que se identifican todos y cada uno de sus habitantes– ha logrado regresar a casa el trofeo que por historia les pertenece.
Dirija sus comentarios a ppenales@elclasificado.com.
